Dentro de poco podré compartir el tema Con Él, compuesto recientemente para el I Encuentro de Laicos en Misión Compartida, de CONFER.

Debo decir que, cuando el equipo que prepara la jornada se puso en contacto conmigo para encargarme una canción para este encuentro, sentí una gran responsabilidad. Es difícil poner palabras a tanta vida, tan rica y variada pero, sobre todo, a la experiencia de otros, de un inmenso colectivo que comparte misión, trabajo, compromiso e ilusión con religiosos y religiosas de cientos de familias y tradiciones. Tuve que echar mano de mi propia trayectoria, confiando en que compartiríamos lo esencial…

Como muchos cristianos, he vivido mi fe desde pequeña al abrigo de la vida religiosa. Varios religiosos, sobre todo mujeres, han ido dando forma a lo que soy y al modo en el que vivo mi pertenencia a la Iglesia. Algunos de sus nombres están grabados en mi corazón para siempre como maestros, compañeros y verdaderos amigos. Mi vínculo con las Esclavas del Sagrado Corazón y el carisma de Santa Rafaela María es, con toda seguridad, lo que más ha marcado mi propia identidad. Pero más al fondo si cabe, lo que vertebra mi historia de salvación es la espiritualidad ignaciana: los ejercicios de Ignacio de Loyola, la dinámica del “magis”, el buscar y hallar a Dios en todas las cosas, el sentir con la Iglesia, el discernimiento, seguimiento de Cristo pobre y humilde, la identificación con Él… Son elementos que juegan un papel fundamental, no sólo en la toma de mis grandes decisiones, sino en lo cotidiano del día a día.

Además de ellos y por diversas circunstancias, en mi camino se han cruzado sacerdotes diocesanos, Carmelitas de Vedruna, Hermanitas de los pobres, Salesianos, la Familia Paulina, Franciscanos, Carmelitas… He compartido con muchos de ellos momentos de trabajo, estudio y voluntariado; he animado encuentros de pastoral; hemos cantado, celebrado la eucaristías y rezado juntos…

Todo eso no cabe dentro de una canción… pero está en el trasfondo. Componiéndola, he sentido que la misión compartida no es otra cosa que desear encarnar el Evangelio de Jesús, desear vivir con Él y como Él. Dios cuenta con nosotros: esa es nuestra fuerza, nuestra confianza y nuestro gozo.… Somos fe, esperanza y caridad hechos realidad y promesa. Somos ese “ya pero todavía no” de su Reino. La unión hace la fuerza y cantando juntos… somos más.